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¿Sabias que?

BY Paez Juan Pablo IN No comments


Corría el año 1911 y el científico australiano de origen británico Thomas “Grif” Taylor lideraba un pequeño grupo de exploración en la Antártida. Este grupo era parte de la famosa Expedición Terra Nova, que acabó en tragedia cuando su líder, Robert Falcon Scott, y todos los que iban con él, murieron en el viaje de regreso desde el Polo Sur, al que habían llegado apenas cinco semanas después que Roald Amudsen. Grif Taylor se encontraba explorando el glaciar que acabaría llevando su nombre cuando de repente halló ante él un espectáculo tan fascinante como aterrador: de un pequeño hueco manaba lentamente un líquido rojizo que teñía de un intenso carmesí el hielo de alrededor. Talmente parecía que el hielo estaba sangrando. Y ese fue el nombre que se le quedó al lugar: Las Cataratas de Sangre.

Durante décadas se pensó que el color sanguinoliento de la cascada se debía a la presencia de algas rojas en algún punto bajo la cascada, pero la explicación resultó ser mucho más fascinante, y hubo que esperar un siglo para encontrarla. Cientos de metros bajo el Glacial Taylor existe una piscina de agua hipersalina que quedó sellada hace dos millones de años, cuando el nivel del mar era muy superior y el océano llegaba mucho más allá de las actuales costas antárticas. Una especie de cápsula del tiempo de millones de años de antigüedad.

Con el paso de los milenios el agua atrapada se volvió extremadamente salada (entre tres y cuatro veces más que los océanos), lo que impidió su congelación. Además de la salinidad, el agua absorbió gran cantidad de hierro y sulfatos de la roca madre, lo que la convirtió en un lugar único en su especie. En algún momento el líquido comenzó a filtrarse hacia la superficie por una fisura en el hielo, y al tener contacto con el aire el hierro presente en el agua se oxida, lo que le da a la cascada su característico tono sangriento.

Sin embargo las maravillas de las cataratas de sangre no acaban aquí. Cuando el estanque subterráneo quedó aislado hace millones de años los microbios presentes en el agua también quedaron allí. Y sobrevivieron en un ambiente privado de luz y oxígeno durante millones de años. Según las investigaciones más recientes los microbios, de hasta 17 variedades diferentes, obtienen la energía para subsistir usando iones de azufre como catalizador para “respirar” hierro y poder metabolizar las exiguas muestras microscópicas de materia orgánica presentes en el líquido, un proceso nunca observado antes en la naturaleza. La vida se abre paso en las condiciones más extremas.


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