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¿Sabias que?

BY Paez Juan Pablo IN No comments


Para muchos, usar anteojos puede ser una molestia. Sin embargo, usarlos es mucho mejor que no ver nada, así que dentro de todo los lentes son una herramienta muy útil que significó una revolución en su momento, cuando fueron creados por allá en la Edad Media.
Antes de los lentes, personas jóvenes con problemas a la vista debían enfrentar un mundo que sólo era visible a pocos metros de distancia. Y con la edad, gente que podía ser productiva perdía la capacidad de trabajar, escribir, leer o usar las manos para tareas que requirieran detalles porque no podían ver.
No se sabe quién fue el primero en inventar las gafas, aunque se cree que el autor de la idea fue una persona que quiso mantener el proceso de fabricación en secreto, para intentar conseguir beneficios monetarios de ellos. Dos monjes del Monasterio Dominicano de Sta. Catalina en Pisa entregan las bases de esta teoría.
En un sermón el 23 de febrero de 1306, el padre Giordano Rivalto dijo en el púlpito de la iglesia que “no han pasado aún 20 años desde que el arte de hacer gafas, uno de las creaciones más útiles del mundo, se descubrió. Yo mismo he visto y conversado con el hombre que los hizo primero”.
Sin embargo, nunca mencionó el nombre del inventor. Se estima así que los primeros lentes se fabricaron alrededor de 1286. Más adelante, el obituario del fraile de la misma congregación, Alessandro della Spina, mencionaba en 1313 que “cuando otro fue el primero en inventar los anteojos y no quiso comunicar la invención a los demás, él (Spina) por sí mismo los hizo y los compartió con todos”.
Los lentes en este momento no eran realmente sofisticados, sino que tomaban una idea que existía de antes – como ponerse un lente de aumento delante de un ojo – y la refinaron montándolos sobre un marco. Las gafas necesitaban ser sostenidas con una mano frente a los ojos, o bien balanceadas sobre la nariz, y cualquier movimiento podía hacer que se cayeran. Incómodos como eran, los lentes tuvieron gran proliferación entre los monjes de la época, parte del reducido grupo de la población que sabía leer.
El primer retrato de una persona con anteojos se realizó en 1352, y se trata de una pintura hecha por Tommaso de Modena, retratando al cardenal Hugo de Provenza leyendo en un escritorio.
Italia fue un buen lugar para la proliferación de los anteojos, considerando que tenía lugares como la isla de Murano, uno de los centros más avanzados en la industria de vidrio medieval.

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