Uno de los procesos históricos más icónicos es indiscutiblemente La Revolución Francesa. No es un secreto que su influencia en la filosofía política de la contemporaneidad resulta crucial.
En un sentido estricto La Revolución Francesa significó el punto de quiebre entre lo que se conoce como “El Antiguo Régimen” y los Estados Republicanos modernos de la actualidad. En ese sentido, significó la abolición del significado absoluto las monarquías y la religión en las personas, así como la estocada final contra los vestigios del sistema económico feudal.
En un sentido estricto La Revolución Francesa significó el punto de quiebre entre lo que se conoce como “El Antiguo Régimen” y los Estados Republicanos modernos de la actualidad. En ese sentido, significó la abolición del significado absoluto las monarquías y la religión en las personas, así como la estocada final contra los vestigios del sistema económico feudal.
Varios factores convergieron para que el 14 de julio de 1789, el pueblo de París se levantara contra el régimen monárquico y tomara la prisión-fortaleza de La Bastilla.
La decadencia del Despotismo Ilustrado y el surgimiento de una clase burguesa cada vez más influyente y poderosa, y con nuevas ideas filosóficas y políticas sobre la sociedad, ideas que se condensaron en el movimiento conocido como La Ilustración, o el Iluminismo; la crisis económica en la que se vio sumida Francia durante esa época y puntualmente el establecimiento por parte del gobierno de la subida de los precios especialmente en rubros como los cereales y el pan. Sobre todo este último factor fue determinante para las masas populares, tras días de protestas contra la monarquía francesa, enardecidas asaltaran el poder y cortaran las cabezas de toda la familia real.
Años atrás, en 1776, las Trece Colonias Británicas en América se habían levantado contra la monarquía Inglesa y habían constituido una república federal a la que llamaron Estados Unidos de América, lo que genera interpretaciones acerca de cuál de estos hechos históricos constituye una influencia directa respecto a los movimientos independentistas que se suscitaron en diversas partes del mundo y especialmente en Hispanoamérica.
De cualquier modo, estos dos hechos son indiscutiblemente antecedentes de la instauración de repúblicas modernas en el mundo. Pero, la toma de La Bastilla representó un acontecimiento histórico transcendental, cuyo significado atentaba directamente contra el dogma de que el poder se derivaba por una soberanía de origen divino que era infalible e imbatible. Esto generó para la época, un cambio de paradigma, una ruptura en el pensamiento político de las personas.
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