Las disputas generadas por las potencias europeas, tanto en las fronteras propias del viejo continente, como en Asia, África y Oceanía durante todo el siglo XIX, fueron el caldo de cultivo para los conflictos bélicos sucesivos que degeneraron en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Esta guerra en la que se enfrentó la Alemania del Segundo Reich contra los Aliados representados fundamentalmente por Francia, Rusia y el Reino Unido, generó las condiciones políticas que desencadenaron una buena parte de los eventos políticos y bélicos más importantes del siglo XX.
A su término, en 1918, se estableció un tratado en el cual se firmaba la paz entre las potencias en cuestión, y en el que al país derrotado, en este caso Alemania, se imponían una serie de condiciones económicas y políticas humillantes, que implicaban la pérdida, en manos de Francia de territorios, dentro del continente europeo, considerados como alemanes.
El Tratado de Versalles se convertirá para los Alemanes, en un símbolo de la humillación a la que eran sometidos por parte de las potencias aliadas. Fue firmado en 1919 dentro del vagón 2419-D, un vagón restaurant de tren, dentro del cual años después Hitler haría que Francia firmara su rendición en símbolo de la venganza consumada.
Tras estas condiciones, Alemania entrará en un traumático proceso de crisis psicológica nacional, que le llevará a la búsqueda de salidas políticas claras y radicales para sacarse la humillación del Tratado de Versalles.
El Tratado de Versalles constituye la principal causa de la Segunda Guerra Mundial. El surgimiento de Adolf Hitler como líder fundamental del Nacional Socialismo Alemán y su retórica bélica en contra de quienes había humillado a su país, es lo que llevará a asentar su régimen de corte fascista ampliamente apoyado por las masas sedientas reivindicación nacionalista.
Lo que sigue a la ya consabida segunda derrota de Alemania en 1945, va a ser, en sentido estricto, el choque en Berlín de las dos potencias que derrotaron al poderío Nazi, Estados Unidos y la Unión Soviética, esto marcó inmediatamente el comienzo de la Guerra Fría y una era trágicas de expectativas de mutuo aniquilamiento nuclear entre estas dos potencias, con el antecedente inmediato de los bombardeos atómicos de EE.UU a las ciudades japonesa de Hiroshima y Nagasaki.
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